Título: Los Cretinos
Autor: Roald Dahl
Editorial: Alfagua
Los Cretinos
El señor Cretino, un hombre barbudo
destartalado, horrible, sucio y odioso, que se dedicaba a hacer la vida
imposible a su mujer. La señora Cretino era espantosamente fea y no era mejor
que su marido, pues también hacía de las suyas al señor Cretino.
Un día, la señora Cretino le puso su ojo de
cristal en la jarra de cerveza de su marido, y éste para vengarse, al día
siguiente puso una rana en la cama de su mujer y casi se muere del susto. A su
vez, se quiso vengar y le preparó otra jugarreta, desenterró unos gusanos del jardín y los mezcló con los
espaguetis que hizo para comer, con salsa de tomate y queso rallado. El señor
Cretino, aunque decía que sabían raro, se los comió todos, entonces ella
confesó, muerta de risa, lo que era.
Otras de las diabluras que se les ocurrieron
eran: el señor Cretino fue cortando poco a poco el bastón de su mujer para
hacerla ver que estaba encogiendo, después la propuso estirarla atándola en el
suelo y poniéndola en las manos muchísimos globos, luego soltó la cuerda y
salió volando, hasta que pudo mordisquear las cuerdas y explotar algunos globos
para poder descender y lo hizo encima de su marido, llevándose un buen golpe.
También tenían una familia de cinco monos en
una jaula a los que le hacía la vida insoportable, haciéndoles ponerse cabeza
abajo durante horas. Por otro lado, cada miércoles cenaban pastel de pájaros,
que cogía el señor Cretino del Gran Árbol Muerto de su jardín destartalado,
donde previamente untaba de la cola pegajosa más fuerte del mundo, llamada
Pegamín sobre sus ramas para que se quedaran pegados. Aunque en una ocasión en
lugar de pájaros, fueron cuatro niños los que se quedaron pegados, pero justo
cuando el barbudo estaba a punto de alcanzar a uno de los niños, consiguieron
desprenderse de los pantalones y salieron corriendo.
Un día llegó volando el pájaro Gordinflón y
cuando iba a posarse sobre el Gran Árbol Muerto los monos desde la jaula le
avisaron para que no se posara y le explicaron el motivo y le dijeron que
avisara a los demás pájaros que se acercaban al árbol. El señor Cretino, al ver
que no cayó ni un solo pájaro, decidió ir a comprar dos escopetas, una para él
y otra para su mujer.
Mientras ellos se ausentaron, Chimpa, el mono
padre tuvo una gran idea. Pidió a su familia de monos y a todos los pájaros que
se encontraban por allí y por supuesto el pájaro Gordinflón que le ayudaran a
poner el famoso Pegamín por todo el techo, donde pegaron la alfombra y todos
los muebles sobre el mismo, debidamente ordenado. El suelo lo pintaron de
blanco como si fuera el techo. Cuando llegaron los señores Cretinos, antes de
entrar en la casa, uno de los pájaros, con una brocha en cada pata untada de
pegamento, lo pasó sobre las cabezas del matrimonio. Al entrar en casa se
desconcertaron y pensaron que ellos estaban cabeza abajo, decidieron darse la
vuelta y apoyaron las cabezas sobre el suelo y se quedaron pegados. Los monos
quedaron por fin libres y todos se burlaron de los señores Cretinos. Al estar tanto tiempo soportando sus cabezas
el peso de todo su cuerpo, fueron encogiendo hasta que quedaron solamente sus
ropas.
Opinión
personal:
Se puede leer, pero me parece un poco soso.
David
Ribagorda González
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