Editorial: Montena
Autor:
Roberto Pavanello
Leo
saca un cuatro en gimnasia (la odia) y sus padres deciden poner remedio y le
llevan a una revisión médica. El médico le aconseja que haga deporte o tendrá
graves problemas de obesidad.
Tras
una disputa entre los padres al ver que su madre ofrecía más helado, el Señor
Silver reprochaba la intención, porque así
Leo no podía cumplir el objetivo de bajar barriga y éste, viendo que se
caía el helado se lanzó en plancha y agarró la copa a pocos centímetros del
suelo. Su padre, al ver el “placaje” le vino la inspiración y decidió que Leo
jugara al Rugby, aunque a Leo no le entusiasmó la idea.
Rebecca,
su hermana le dijo que en Fogville había dos equipos de rugby, rivales de toda
la vida: los Leones Rojos y los Sapos Verdes. Al principio eligió los Leones
Rojos, pero al explicarle su padre que él fue el capitán del equipo de los
Sapos verdes y que siempre habían sido los mejores, aunque ahora no pasaban por
su mejor momento y el equipo de los Leones Rojos actualmente tiene dinero e
infraestructuras, decidió entrar en el equipo de los Sapos Verdes.
Un
día, mientras Leo entrenaba, el balón fue a parar cerca de un viejo cementerio
y al ir en su busca (con mucho miedo) encontró un viejo balón remendado con
parches, entonces un zombi le reclamó el balón y Leo gritó aterrorizado. Al
contar lo sucedido a Rebecca y Martin decidieron averiguar de qué se trataba y
descubrieron que eran los antiguos jugadores de los Sapos Verdes que murieron
hacía unos años.
Debido
a que el presidente de los Leones Rojos hizo una oferta al presidente de los
Sapos Verdes para comprar el campo de éstos por el doble de lo que valía, el
señor Silver enfadado decidió organizar un partido amistoso como revancha por
los viejos tiempos y, con el dinero de las entradas pagarían las inscripciones
de un campeonato que se celebraba en un mes. Apostaron que si ganaba los Leones
Rojos se quedarían con el campo.
Los
hermanos Silver decidieron hacer el equipo con los antiguos jugadores los Sapos
Verdes, maquillándoles y poniéndoles pelucas para no levantar sospechas. Al
final los Sapos Verdes ganaron el partido por 56 a 57. Así lograron salvar el
campo y sacar dinero para las inscripciones del campeonato.
Opinión
personal: Entretenido.
David
Ribagorda González
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