martes, 6 de noviembre de 2012

Chalop, Bori-Bori y el bandido Bolsillotes




Título: Chalop, Bori-Bori y el bandido Bolsillotes
Autor: Enrich Lluch
Editorial: Edebé
Chalop, Bori-Bori y el bandido Bolsillotes
Trata de dos  reyes, uno llamado Bori-Bori y el otro Chalop. Estaban en guerra y el rey Bori-Bori decide regresar a su palacio preocupado por su hijo Bertoldo que tiene anginas, por ello, pierde la batalla. Le dice a uno de sus cabecillas que se irá adelantando que se encargue del resto del ejército.
Después de 7 horas cabalgando, decide descansar cerca de un río y se quedó dormido. Mientras tanto, el ladrón Bolsillotes le roba la corona, la espada, la capa y el caballo. Al despertarse se dio cuenta que le había robado. Al día siguiente, bastante abatido el rey Bori-Bori se dirigió hacia un bosque y allí vio a su enemigo el rey Chalop, que había corrido la misma suerte, también le robaron la capa, la corona, la espada y el caballo.
Mientras tanto, el ladrón Bolsillotes, como no estaba acostumbrado a montar a caballo, se dio varios batacazos y al final decidió ir andando hasta el próximo pueblo, donde llegó cansado y hambriento. Llamó a una puerta y una señora preguntó quién era, el contestó que era un rey muy poderoso y que quería una hogaza de pan y una moneda a lo que la señora dijo que no podía abrir porque estaban con varicela, y así casa por casa, nadie quiso abrir.
A su vez, el príncipe Bertoldo, hijo del rey Bori-Bori salió en su busca. Al igual que la princesa Casimira, hija del rey Chalop, al ver que su padre no regresaba a palacio. Después, pasó lo mismo con las reinas Mariana y Leonor, preocupadas por los reyes y los príncipes, decidieron salir en su busca.
Los príncipes encontraron al ladrón y reconocieron sus cachivaches y amenazándole ambos príncipes, le hicieron confesar. Recogieron las capas, coronas y espadas y llegaron hasta el pueblo donde encontraron a sus padres.
Cuando las reinas llegaron al pueblo vieron a los reyes y los príncipes. Empujaron a los reyes hasta la plaza mayor, donde recibieron unas buenas broncas. Cogieron las espadas y las tiraron a un pozo, diciéndoles que más les valdría dejarse de guerras y dedicarse a otra cosa de provecho.
Así fue como todos regresaron a sus palacios, sin espadas, ni coronas y además las reinas dieron las llaves, los cuchillos, los collares, los pendientes y la coraza oxidada, junto con las dos coronas a un anciano que era el herrero del pueblo,  para que construyera un puente para poder atravesar el río dentro de un año.
De Bolsillotes no se sabe muy bien que fue de él.
Opinión personal: La verdad es que me ha parecido un poco rollo y muy repetitivo.
DAVID RIBAGORDA

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