Título: Chalop, Bori-Bori y el
bandido Bolsillotes
Autor: Enrich Lluch
Editorial: Edebé
Chalop, Bori-Bori y el
bandido Bolsillotes
Trata de dos reyes, uno llamado Bori-Bori y el otro
Chalop. Estaban en guerra y el rey Bori-Bori decide regresar a su palacio
preocupado por su hijo Bertoldo que tiene anginas, por ello, pierde la batalla.
Le dice a uno de sus cabecillas que se irá adelantando que se encargue del
resto del ejército.
Después de 7 horas cabalgando,
decide descansar cerca de un río y se quedó dormido. Mientras tanto, el ladrón
Bolsillotes le roba la corona, la espada, la capa y el caballo. Al despertarse
se dio cuenta que le había robado. Al día siguiente, bastante abatido el rey
Bori-Bori se dirigió hacia un bosque y allí vio a su enemigo el rey Chalop, que
había corrido la misma suerte, también le robaron la capa, la corona, la espada
y el caballo.
Mientras tanto, el ladrón
Bolsillotes, como no estaba acostumbrado a montar a caballo, se dio varios
batacazos y al final decidió ir andando hasta el próximo pueblo, donde llegó
cansado y hambriento. Llamó a una puerta y una señora preguntó quién era, el
contestó que era un rey muy poderoso y que quería una hogaza de pan y una
moneda a lo que la señora dijo que no podía abrir porque estaban con varicela,
y así casa por casa, nadie quiso abrir.
A su vez, el príncipe Bertoldo,
hijo del rey Bori-Bori salió en su busca. Al igual que la princesa Casimira,
hija del rey Chalop, al ver que su padre no regresaba a palacio. Después, pasó
lo mismo con las reinas Mariana y Leonor, preocupadas por los reyes y los
príncipes, decidieron salir en su busca.
Los príncipes encontraron al
ladrón y reconocieron sus cachivaches y amenazándole ambos príncipes, le
hicieron confesar. Recogieron las capas, coronas y espadas y llegaron hasta el
pueblo donde encontraron a sus padres.
Cuando las reinas llegaron al
pueblo vieron a los reyes y los príncipes. Empujaron a los reyes hasta la plaza
mayor, donde recibieron unas buenas broncas. Cogieron las espadas y las tiraron
a un pozo, diciéndoles que más les valdría dejarse de guerras y dedicarse a
otra cosa de provecho.
Así fue como todos regresaron a
sus palacios, sin espadas, ni coronas y además las reinas dieron las llaves,
los cuchillos, los collares, los pendientes y la coraza oxidada, junto con las
dos coronas a un anciano que era el herrero del pueblo, para que construyera un puente para poder
atravesar el río dentro de un año.
De Bolsillotes no se sabe muy
bien que fue de él.
Opinión personal: La verdad es que me ha parecido un poco rollo y muy
repetitivo.
DAVID RIBAGORDA
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